¿Ayuda el horario de comidas a perder grasa?
Autor:
Julio Valero
Publicado el:
4/30/2025

Eficacia de la alimentación restringida en el tiempo desde una edad temprana para la pérdida de peso, la pérdida de grasa y la salud cardiometabólica en adultos con obesidad. Un ensayo clínico aleatorizado
Descripción general
¿Qué evaluaron? Los investigadores contrastaron distintas ventanas de alimentación en relación con dietas y sus efectos en la pérdida de peso, la composición corporal y diversos indicadores de salud cardiometabólica y psicométricos.
Los resultados del estudio indican una pérdida de peso significativamente superior en el grupo de alimentación cronometrada. No obstante, es preciso señalar que ciertas características metodológicas podrían introducir sesgos y, por ende, limitar la generalización de estos hallazgos.
Para muchas personas, el ayuno intermitente es una forma de controlar las calorías que se adapta a sus gustos y rutinas. Aunque tiene sus razones, hasta ahora no hay pruebas sólidas de que sea mejor que otras maneras de restringir las calorías.
¿Cual es el problema?
El ayuno, históricamente una práctica religiosa y espiritual con implicaciones físicas, consiste en la restricción calórica significativa o la abstinencia de alimentos y bebidas por lapsos que varían desde horas hasta semanas. Aunque persiste su uso tradicional, modalidades como el ayuno intermitente han ganado popularidad como tendencias dietéticas. Celebridades y ciertos profesionales de la salud han promovido sus supuestos beneficios, impulsando su adopción masiva. A pesar de la escasez de estudios controlados en humanos, la investigación en este campo avanza con rapidez.
El ayuno intermitente implica ciclos de ingesta y abstinencia de alimentos que se extienden más allá del ayuno nocturno habitual. Sus diversas modalidades, como el ayuno en días alternos, el ayuno de día completo y la alimentación con restricción de tiempo (ART), comparten el principio de alternar períodos de alimentación con escasa o nula ingesta calórica. Se postula que esta limitación temporal induce una reducción en la ingesta diaria total. El auge de las dietas populares ha impulsado el interés científico en el ayuno intermitente, aunque aún se requieren más estudios rigurosos en humanos. No obstante, recientemente ha aumentado la publicación de revisiones y metaanálisis que exploran los efectos de sus diferentes protocolos.

La alimentación con restricción de tiempo (ART) es un tipo de ayuno intermitente que alterna períodos de ayuno calórico con ventanas de alimentación. Entre sus variantes comunes se encuentran la "Dieta para Ganar Peso" (16 horas de ayuno/8 horas de alimentación) y la "Dieta del Guerrero" (20 horas de ayuno/4 horas de alimentación). Si bien la investigación específica sobre la ART es limitada, se han sugerido beneficios del ayuno intermitente en la composición corporal y marcadores sanguíneos. Un análisis de estudios en personas con sobrepeso reveló que el ayuno intermitente favorece la pérdida de peso frente a la inacción, aunque no supera a las dietas continuas. Sin embargo, estos estudios no se centraron exclusivamente en la ART. Investigaciones preliminares sugieren que la ART podría reducir el peso y mejorar ciertos marcadores sanguíneos, pero carecen de grupos de comparación con dietas continuas. Estudios que sí controlaron la ingesta calórica y compararon la ART con dietas sin restricciones horarias arrojan resultados ambiguos. Un estudio mostró mayores pérdidas de grasa y mejoras metabólicas con la ART, mientras que otros dos no encontraron diferencias en la composición corporal. Una investigación que comparó diferentes frecuencias de comidas (sin control calórico) reportó resultados mixtos en marcadores cardiovasculares y similar pérdida de peso. En resumen, la ART podría influir en el peso y marcadores sanguíneos, pero la evidencia actual no la posiciona como superior a las dietas continuas.
Al igual que otros protocolos de ayuno, la restricción calórica diaria es una consecuencia común, siempre que no se compense comiendo más durante las horas permitidas. Una cuestión central es si los beneficios del ayuno se deben principalmente a esta reducción calórica y la consiguiente pérdida de peso, o si los periodos de abstinencia alimentaria ofrecen ventajas intrínsecas. Un estudio de Stote et al. (2007) observó una disminución de 65 kcal/día en el grupo de una sola comida sin que esto se tradujera en pérdida de peso. En contraste, Moro et al. (2016), controlando calorías y horarios de comida, hallaron mejoras en la composición corporal y marcadores sanguíneos con la alimentación restringida en el tiempo (ART). Un metaanálisis reciente sugiere una ligera ventaja en la pérdida de peso con el ayuno intermitente, aunque es crucial considerar que muchos estudios comparan el ayuno con grupos de control que comen sin restricción calórica y, a menudo, ingieren más calorías. Por lo tanto, el déficit calórico, más que el protocolo de ayuno en sí, podría ser el factor clave en la pérdida de peso observada. El estudio analizado respalda la idea de comer dentro de un periodo específico para optimizar la pérdida de grasa. Para evitar interpretaciones erróneas, examinemos este estudio detalladamente.

Propósito e hipótesis
El estudio comparó dos dietas con ventanas de alimentación de distinta duración, buscando determinar si un horario de ingesta específico optimizaba la pérdida de peso y la salud cardiometabólica.
¿Qué probaron y cómo?
Participantes
El estudio incluyó a 90 participantes (80% mujeres) con obesidad, presentando un IMC promedio de 39.6 y una edad media de 43 años. La deserción fue comparable entre los grupos de dieta. Otro estudio, impactado por la COVID-19, logró que 59 participantes completaran todas las fases.
Procedimientos de estudio
Se asignaron aleatoriamente dos horarios de alimentación a los participantes, quienes debieron seguirlos durante un periodo de 14 semanas, considerado extenso para esta investigación. Los investigadores pidieron a los participantes que mantuvieran su horario de comidas asignado al menos seis días a la semana.
Protocolo de alimentación programada: ventana de 8 horas entre las 07:00 y las 15:00.
Grupo control: acceso irrestricto a la alimentación durante 12 horas.
Para asegurar una comparación equitativa, ambos grupos recibieron el mismo tratamiento para bajar de peso: asesoramiento individualizado por un dietista titulado al inicio y en las semanas 2, 6 y 10, un déficit calórico de 500 kcal/día respecto al gasto energético en reposo, y un programa de ejercicio de 75 a 150 minutos semanales, adaptado al nivel de actividad inicial. La diferencia crucial entre los grupos radicó únicamente en la ventana de alimentación, tal como se detalló anteriormente.
Medidas
El objetivo principal fue evaluar los cambios en el peso y la grasa corporal. Como objetivos secundarios, se midieron los factores de riesgo cardiometabólico y se exploraron aspectos conductuales y subjetivos.
El peso corporal de los participantes se midió quincenalmente en el laboratorio, siempre en condiciones de ayuno. La composición corporal se determinó a través de DEXA, lo que permitió evaluar la pérdida de grasa de dos maneras: como proporción de la pérdida de peso total y como cambio absoluto en la masa grasa. Es importante señalar que la relación entre la pérdida de grasa y la pérdida de peso solo se analizó en aquellos participantes que finalizaron el estudio y experimentaron una pérdida de peso de al menos 3,6 kg. Esta decisión se justificó para evitar datos poco fiables que podrían surgir de errores técnicos de la DEXA ante pérdidas mínimas. Sin embargo, la pertinencia de buscar diferencias significativas entre los grupos con este criterio merece una discusión más adelante.
La ingesta de energía y macronutrientes se determinó a través de un registro alimentario de 3 días autoinformado, implementando una innovadora estrategia de validación mediante el uso de fotografías digitales de las comidas. Para analizar las disparidades en la ingesta calórica entre los grupos, se aplicó un modelo de pérdida de peso. El registro diario de los periodos de alimentación permitió evaluar la adherencia, definida como la finalización de la ventana horaria designada con una tolerancia de 30 minutos. El protocolo también incluyó la administración de cuestionarios psicométricos para evaluar el estado de ánimo, la calidad del sueño y los niveles de actividad física.
Análisis de factores de riesgo cardiometabólico, incluyendo: presión arterial, glucosa, insulina (y su resistencia mediante HOMA-IR), HbA1c y lípidos.
¿Qué encontraron ellos?
Composición corporal
Ambos grupos mostraron una disminución considerable en su peso corporal. La Figura 1 detalla la evolución de la pérdida de peso entre los periodos de alimentación a lo largo del estudio, medida en estado no ayunado en el laboratorio. El análisis primario evidenció una pérdida de peso significativamente mayor de 2,3 kg en el grupo que siguió una alimentación cronometrada. Sin embargo, los cambios en la pérdida absoluta de grasa y la relación entre la pérdida de grasa y la pérdida de peso no presentaron diferencias significativas entre los grupos. Tampoco se observaron otras diferencias relevantes en el peso corporal total ni en la cantidad de grasa corporal. Los investigadores también llevaron a cabo un análisis secundario, restringido a los participantes que completaron el estudio. Este análisis confirmó el resultado principal, indicando una pérdida de peso superior de 2,3 kg en el grupo de alimentación cronometrada (IC del 95 %, -3,9 a -0,7 kg; p = 0,006). Si bien la significancia estadística persistió, el valor p sugirió una ligera disminución en su robustez (p = 0,002 frente a p = 0,006). Además, este análisis en los participantes que finalizaron el estudio identificó una diferencia marginalmente significativa en la masa grasa absoluta (-1,8 kg, p = .047) y en la masa grasa del tronco (-1,2 kg, P = .03).
Figura 1 Pérdida de peso y cambios en la composición corporal
(A) Cambio en las lecturas de peso corporal en la báscula en el laboratorio (sin ayuno). Los datos mostrados son medias de mínimos cuadrados e IC del 95% de un modelo lineal mixto con ajuste por edad, sexo y raza. No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos en cuanto a grasa corporal (B), masa libre de grasa (C) ni en la razón entre la pérdida de grasa y la pérdida de peso (n = 41) (D). Los datos mostrados en los paneles B-D son medias e IC del 95% de imputación múltiple mediante ecuaciones encadenadas, seguida de regresión lineal con ajuste por edad, sexo y raza.
Adherencia y actividad física
La aplicación de una herramienta de modelado de pérdida de peso al estudio de la ingesta alimentaria puso de manifiesto una diferencia estadísticamente significativa en la ingesta energética entre los grupos. El grupo experimental, con alimentación a intervalos regulares, exhibió un consumo energético 214 kcal/día mayor que el grupo control. El análisis temporal de la ingesta reveló que el grupo experimental dedicó una media de 7,6 horas a la alimentación, en contraste con las 12,3 horas del grupo control (p < 0,001). Es importante destacar que no se identificaron disparidades intergrupales en la actividad física autoevaluada ni en la composición de macronutrientes de la dieta.
Salud cardiometabólica
La alimentación programada disminuyó significativamente la presión arterial diastólica en 4 mmHg (∆+4 mmHg) en comparación con el grupo control. Un análisis de los participantes que completaron el estudio reveló una reducción ligeramente mayor de 5 mmHg (∆+5 mmHg, p = 0,01). No se encontraron cambios significativos en otros factores de riesgo cardiometabólicos.
¿Qué significan los hallazgos?
Si bien el estudio se llevó a cabo de manera general con rigor, varias limitaciones afectan la solidez de sus conclusiones. Los autores afirman: “El hallazgo clave de este estudio es que la ART fue más efectiva para perder peso que comer durante 12 horas o más”. Sin embargo, tras analizar la sección de métodos, encontramos dos problemas principales que nos impiden respaldar esta conclusión.
Los datos del estudio revelaron que la alimentación programada condujo a una disminución significativa de la ingesta energética, con una diferencia promedio de 214 kcal/día (1284 kcal/semana) respecto al grupo de control. Un hallazgo intrigante es que, a pesar de esta considerable diferencia calórica, el grupo de alimentación programada no experimentó una pérdida de peso proporcionalmente mayor.
La principal variable de resultado, la pérdida de peso, se midió rigurosamente en laboratorio. No obstante, la ausencia de ayuno durante la intervención limita la solidez de esta evidencia. Afortunadamente, las mediciones DEXA, realizadas en ayunas al inicio y al final, otorgan mayor fiabilidad a los datos de masa grasa. El análisis primario de estos datos no reveló diferencias significativas entre los grupos en cuanto a la reducción de masa grasa, a pesar de una tendencia favorable (1.8 veces mayor) en el grupo de alimentación programada. Sin embargo, un análisis secundario de los participantes que completaron el estudio sí mostró una reducción significativa en la masa grasa total y del tronco con la alimentación programada. Debe considerarse que este último análisis, al excluir a quienes abandonaron el estudio, podría sobreestimar los efectos reales.

Tras señalar las principales limitaciones de este estudio, examinemos sus resultados directos. La alimentación programada logró una reducción de peso de 2,6 kg, pero esta diferencia no se confirmó mediante la DEXA, un método más objetivo, que solo reveló una diferencia de 1,8 kg en masa grasa en un análisis secundario. Dada la selección de participantes (pérdida >3,6 kg) y una ingesta calórica 200 kcal menor en el grupo de alimentación programada, esta diferencia parece modesta. Aparte de una ligera reducción de 5 mmHg en la presión arterial diastólica, posiblemente vinculada a la leve mayor pérdida de peso, no se observaron otras diferencias significativas en variables cardiometabólicas, ánimo, sueño, adherencia o actividad física. En vista de estos cambios menores sin respaldo en resultados secundarios y la falta de evidencia sólida que favorezca el ayuno intermitente sobre dietas con equilibrio calórico, su efectividad sigue siendo incierta debido a la ausencia de controles calóricos precisos. La diversidad de estrategias de ayuno intermitente complica aún más la identificación de las más eficaces. Por lo tanto, los beneficios llamativos del ayuno en pérdida de peso o metabolismo requieren confirmación en ensayos clínicos rigurosamente controlados.
¿Cómo podemos aplicar estos hallazgos?
A pesar de no coincidir con la conclusión del investigador, consideramos que el ayuno intermitente, en sus diversas modalidades, representa una estrategia dietética flexible y útil para alcanzar distintos objetivos. Su capacidad para facilitar la restricción calórica en momentos específicos o días de alta demanda lo convierte en una herramienta valiosa. Por ejemplo, individuos con agendas apretadas pueden optar por comidas ligeras en la mañana y el mediodía, disfrutando de una cena más completa en familia. La versatilidad en la estructuración de las comidas, adaptándose a hábitos y estilos de vida, es innegable. Contrario a ciertas afirmaciones, el ayuno intermitente no parece aumentar el riesgo de pérdida muscular y su efectividad radica, en última instancia, en el balance energético. Por ello, no es necesario enfocarse excesivamente en protocolos complejos como el 16:8; la clave reside en utilizar el ayuno como un medio para controlar la ingesta calórica y promover la pérdida de grasa.
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